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PRAISE FOR THE AUTHOR’S WORK
I.
La poética de Nelson López Rojas es un espejo de barro a un Salvador interno, enigmático y a la misma vez, lleno de una claridad humana, que se refleja en cada verso. Línea tras línea, poema tras poema, Nelson López Rojas nos agarra de la mano y nos eleva en un viaje hipnótico hacia el interior de los sentidos, y en su Agua Cero, se desviste mostrándonos una cultura y un pueblo, que se materializa en las reminiscencias evocadas a manera de concierto de sonaja, pupusa y shuco, acompañados de un violoncelo tocado en lo oscuro de la noche somnolienta de una loma perdida en lo recóndito de la memoria.
II.
Si el todo es ausencia del fragmento y el fragmento es un pedazo que una vez fue todo, entonces, Nelson López Rojas, nos muestra en Agua Cero el todo de una cultura compleja y enigmática desde el pedazo, que como aquel ser enigmático, mira de afuera, observa, describe, remanece, deshojando memorias y versos vestidos de pasado y presente.
III.
En Agua Cero de Nelson López Rojas nos encontramos de frente con menorías, con la autobiografía __ no sólo de un hombre__ sino de una nación y una cultura escondida en el barro distorsionado del tiempo, como un fénix, que revive ardiendo en los versos de este poeta, que se encuentra a sí mismo en las caras difusas de su memoria y en la claridad sobria de la poesía pura y bien lograda. Versos y recuerdos, el interiorismo de un poeta visto desde la prisma bifurcada de muchos atrapados en uno.
IV.
Cuando se hace un verso, el poeta se queda escondido en sus imágenes, a veces se asoma, furtivo observa, merodea, asecha conectando el afuera y el adentro a través de un túnel entre memorias y conciencia como un cadejo enigmático de versos y vivencias, Nelson López Rojas juega al todo y con todo: profano, locuaz, irreverente, y la misma vez, solemne con esas cosas vividas y necesarias para la permanencia del espíritu. En Agua Cero, Nelson López Rojas desangra los versos de sus venas para hacerse un río de poesía inundando el alma, el pueblito, El Salvador y al mundo. Cubre la noche, llueven versos, el poeta mastica introspecciones, nace la luna, sale el cadejo y la realidad se convierte en un recital, en una antología de muchas vidas paralelas y atrapadas entre tiempo y destiempo.
Leonardo Nin
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